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  • Tess GerritsenTess Gerritsen

    DONANTESDONANTES

  • A Jacob, mi marido y mi mejor amigo.

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  • NDICE

    Captulo 1Error: Reference source not foundCaptulo 2Error: Reference source not foundCaptulo 3Error: Reference source not foundCaptulo 4Error: Reference source not foundCaptulo 5Error: Reference source not foundCaptulo 6Error: Reference source not foundCaptulo 7Error: Reference source not foundCaptulo 8Error: Reference source not foundCaptulo 9Error: Reference source not foundCaptulo 10 Error: Reference source not foundCaptulo 11 Error: Reference source not foundCaptulo 12 Error: Reference source not foundCaptulo 13 Error: Reference source not foundCaptulo 14 Error: Reference source not foundCaptulo 15 Error: Reference source not foundCaptulo 16 Error: Reference source not foundCaptulo 17 Error: Reference source not foundCaptulo 18 Error: Reference source not foundCaptulo 19 Error: Reference source not foundCaptulo 20 Error: Reference source not foundCaptulo 21 Error: Reference source not foundCaptulo 22 Error: Reference source not foundCaptulo 23 Error: Reference source not foundCaptulo 24 Error: Reference source not foundCaptulo 25 Error: Reference source not foundCaptulo 26 Error: Reference source not found

    RESEA BIBLIOGRFICA Error: Reference source notfound

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  • Captulo 1

    Era pequeo para su edad, ms pequeo que los otros nios que mendigaban en el puente de Arbats-Kaya, pero a los doce aos ya haba hecho de todo. Haca cuatro que fumaba, tres y medio que robaba y dos que se prostitua. Esto ltimo a Ykov no le gustaba, pero el to Misha insista. Cmo, si no, iban a comprar pan y tabaco? Siendo el ms pequeo y el ms rubio de los nios del to Misha, Ykov cargaba con lo ms pesado del trabajo. Los clientes siempre preferan a los ms pequeos y a los rubios. Al parecer, no les importaba que a Ykov le faltara la mano izquierda; es ms, muchos ni siquiera reparaban en el mun. Quedaban totalmente fascinados por su baja estatura, sus cabellos claros, sus imperturbables ojos azules.

    Ykov soaba con dejar aquella vida y ganarse el sustento trabajando de carterista, como los nios mayores. Todas las maanas, al despertar en el piso de Misha, y todas las noches antes de dormirse, alargaba la mano y se agarraba del barrote de la cabecera de la cama. Se estiraba esperando aadir una fraccin de centmetro a su estatura. Ejercicio intil, como le deca el to Misha. Ykov era pequeo porque vena de una estirpe canija. La mujer que lo haba abandonado en Mosc, haca ocho aos, tambin era canija. l apenas la recordaba; y tampoco poda recordar mucho ms de su vida antes de llegar a la ciudad. Lo nico que saba era lo que el to Misha le haba contado, y de eso slo se crea la mitad. A la tierna edad de doce aos, Ykov era al mismo tiempo diminuto y sabio.

    De modo que en aquel momento observaba con su escepticismo habitual al hombre y a la mujer que hablaban de negocios con el to Misha sentados a la mesa.

    La pareja haba llegado al piso en un gran coche negro de lunas ahumadas. El hombre, Gregor, vesta traje y corbata, y calzaba zapatos de piel autntica. La mujer, Nadiya, era rubia, vesta falda y chaqueta de lana fina y llevaba una maleta hermticamente cerrada. No era rusa, eso era evidente para los cuatro nios que haba en el piso. Quiz estadounidense, o tal vez inglesa. Hablaba ruso con fluidez, pero con acento.

    Mientras los dos hombres hablaban de negocios y tomaban vodka, la mirada de la mujer se paseaba por el reducido espacio del piso, observando los viejos catres del ejrcito arrimados contra la pared, los montones de ropa de cama sucia, y a los cuatro nios apretados unos contra otros en un silencio expectante. Tena unos bonitos ojos color gris claro y los mir a todos uno por uno. Primero a Piotr, el mayor, de quince aos. Luego, a Stepn, de trece, y a Alexi, de diez.

    Y por fin se fij en Ykov.ste estaba acostumbrado a aquel tipo de escrutinio por parte de los

    adultos y le devolvi la mirada con calma. Pero a lo que no estaba acostumbrado era a que hicieran caso omiso de su persona. Por lo general la gente pasaba por alto a los otros nios. Aquella vez fue el desgarbado

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  • Piotr, con su cara llena de granos, el que se gan la atencin de la mujer.Nadiya le dijo a Misha:Haces lo que debes, Mijal Isievich. Estos nios no tienen ningn

    futuro aqu. Les estamos dando una gran oportunidad! Y dirigi una sonrisa a los pequeos.

    Stepn, el tonto, le sonri como un idiota enamorado.Pero quiero que lo entiendan; no hablan ingls dijo el to Misha.

    Apenas unas palabras.Los nios aprenden rpido. Para ellos no representa ningn esfuerzo.Necesitarn tiempo para aprender. El idioma, la comida...Nuestra agencia tiene muy presente esas necesidades transitorias.

    Trabajamos con muchos nios rusos, hurfanos como stos. Permanecern un tiempo en una escuela especial, lo que les permitir adaptarse.

    Y si no lo consiguen?Nadiya vacil.A veces hay excepciones..., los que tienen dificultades emocionales.

    Recorri con la mirada a los cuatro nios. Hay alguno en particular que te preocupe?

    Ykov saba que l era quien tena las dificultades de que hablaban. Era l quien no rea casi nunca y jams lloraba, a quien el to Misha llamaba su nio de piedra. l desconoca la razn por la que no lloraba nunca. Los otros, cuando se hacan dao, derramaban lgrimas gruesas y pesadas. Ykov se limitaba a poner la mente en blanco, como se pone en blanco la pantalla del televisor de noche, cuando las emisoras terminan la trasmisin. Nada de trasmisin, nada de imgenes, slo el consuelo de una bruma blanca. El to Misha dijo:

    Son todos buenos chicos. Excelentes.Ykov mir a los otros tres nios. Piotr tena la frente protuberante y

    los hombros permanentemente encogidos, como los de un gorila. Stepn, las orejas raras, pequeas y arrugadas, y entre ellas flotaba un cerebro de mosquito. Alexi se chupaba el pulgar.

    Y yo tengo una sola mano pens Ykov mirndose el mun. Por qu dirn que somos excelentes? Sin embargo, era en eso precisamente en lo que insista el to Misha. Y la mujer segua asintiendo. Eran nios buenos, nios sanos.

    Ni siquiera tienen caries! seal Misha. Lo ven?, ni uno podrido. Y miren qu alto es mi Piotr.

    Aqul parece desnutrido. Gregor seal a Ykov. Qu le pas en la mano?

    Naci as.La radiacin?S, pero no lo afect en nada ms. Slo le falta la mano.No habr problemas dijo Nadiya y se levant del asiento.

    Tenemos que irnos. Ya es hora.Tan pronto?Hay que cumplir un horario.Pero... la ropa de los nios...La agencia se la proporcionar. Mejor que la que llevan puesta ahora.Tiene que ser tan rpido? No tenemos tiempo de despedirnos?Un relmpago de irritacin pas por los ojos de la mujer.

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  • Slo un momento. No queremos perder el contacto.El to Misha mir a sus nios, sus cuatro nios, con los que no lo unan

    lazos de sangre, ni siquiera el afecto, pero s la dependencia mutua. La necesidad mutua. Los abraz uno por uno. Cuando lleg a Ykov lo estrech un poco ms y durante ms tiempo. El to Misha ola a cebolla y a cigarrillos, olores conocidos. Olores buenos. Pero el instinto de Ykov lo hizo apartarse de l. No le gustaba que lo abrazaran o que lo tocaran. Nadie.

    Acordaos de vuestro to susurr Misha. Cuando seis ricos, en Estados Unidos. Acordaos de cmo os cuidaba.

    Yo no quiero ir a Estados Unidos dijo Ykov.Es por tu bien. Por el bien de los cuatro.Quiero quedarme contigo, to! Quiero quedarme aqu.Tienes que ir.Porqu?Pues porque yo lo he decidido as. El to Misha lo cogi por los

    hombros y lo sacudi. Lo he decidido y ya est.Ykov mir a los otros nios, que sonrean, y pens: Estn contentos.

    Por qu soy el nico que tiene dudas?.La mujer cogi a Ykov de la mano.Los llevar al coche. Gregor puede terminar aqu lo de los papeles.To?llam Ykov.Pero Misha ya se haba vuelto y miraba por la ventana.Nadiya llev a los cuatro nios por el pasillo y escaleras abajo. Eran

    tres plantas hasta la calle. Todo el ruido de las pisadas y la estrepitosa energa infantil parecan retumbar en el hueco de la escalera.

    Ya estaban en la planta baja cuando de pronto Alexi se par en seco y grit.

    Esperad! Me he olvidado de Shu-Shu! Y sali corriendo escaleras arriba.

    Ven aqu! exclam Nadiya. No puedes subir!No puedo dejarla!grit Alexi. Vuelve ahora mismo!Alexi sigui corriendo por la escalera. La mujer estaba a punto de salir

    tras l cuando Piotr dijo:No se ir sin Shu-Shu.Quin demonios es Shu-Shu? pregunt ella.Su perra de peluche. Hace siglos que la tiene.Ella mir por el hueco de la escalera hacia el cuarto piso y en aquel

    momento Ykov vio en los ojos de la mujer algo que no comprendi. Temor.La mujer dudaba entre salir detrs de Alexi y dejarlo ir. Cuando el

    nio volvi corriendo escaleras abajo con la andrajosa Shu-Shu en brazos, ella se mostr tan aliviada que pareci derretirse contra la barandilla.

    Aqu est! exclam Alexi, abrazado a la perra de peluche.Ahora vmonosdijo la mujer, guindolos afuera.Los cuatro nios se amontonaron en el asiento trasero del coche. No

    haba mucho espacio y Ykov tuvo que sentarse a medias sobre las rodillas de Piotr.

    No puedes poner ese culo huesudo en otro sitio? rezong ste.Dnde quieres que lo ponga? Quieres que te lo ponga en la cara?Piotr lo empuj. Ykov le devolvi el empujn.Basta! orden la mujer desde el asiento de delante. Portaos

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  • bien.Pero es que no cabemos dijo Piotr.Pues haced sitio. Y silencio! La mujer mir hacia la parte de arriba

    del edificio, hacia el cuarto piso. Hacia el piso de Misha.Qu estamos esperando? pregunt Alexi.A Gregor. Est firmando los papeles.Falta mucho?La mujer se reclin en el asiento y mir hacia delante.No mucho.

    Ha estado cerca, pens Gregor cuando aquel nio, Alexi, sali del piso por segunda vez y cerr la puerta a sus espaldas. Si aquella pequea bestia hubiera aparecido un momento despus, se habra armado un buen lo. Cmo es que la estpida de Nadiya haba permitido a aquel mocoso volver a subir? l se haba opuesto desde el principio a que fuera Nadiya. Pero Reuben insisti en elegir a una mujer. La gente confa en una mujer.

    Las pisadas del nio se perdieron por el hueco de la escalera: un ruido fuerte al que sigui el de la puerta del edificio.

    Gregor se volvi hacia el explotador de nios.Misha estaba de pie junto a la ventana, mirando hacia la calle, hacia el

    coche donde estaban sus cuatro nios. Apret la mano contra el vidrio, abriendo los cinco dedos en un gesto de despedida. Cuando se volvi a mirar a Gregor tena los ojos hmedos.

    No obstante, lo primero que hizo fue preguntar por el dinero.Est en la maleta?S dijo Gregor.Todo?Veinte mil dlares estadounidenses. Cinco mil por nio. Es el precio

    acordado.S. Misha suspir y se pas una mano por la cara. Una cara cuyas

    arrugas mostraban claramente el efecto del exceso de vodka y cigarrillos. Los van a adoptar buenas familias?

    Nadiya se ocupar de eso. Adora a las criaturas, sabe? Por eso eligi este trabajo.

    Misha logr esbozar una tenue sonrisa.Tal vez pueda conseguir que me adopte a m una familia

    norteamericana.Gregor tena que apartarlo de la ventana. Seal la maleta, que haba

    dejado sobre una mesita auxiliar.Adelante. Comprubelo si quiere.Misha fue hacia la maleta y la abri. Dentro haba montones de billetes

    ordenados en fajos. Veinte mil dlares, suficiente para todo el vodka que necesita un hombre para destrozarse el hgado. Qu barato es en esta poca comprarle el alma a un hombre pens Gregor. En las calles de esta nueva Rusia se puede comerciar con cualquier cosa. Una caja de naranjas israeles, un televisor norteamericano, los placeres de un cuerpo de mujer. Oportunidades en todas partes para quienes tengan talento para encontrarlas.

    Misha se qued mirando el dinero, su dinero, pero no con aire de

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  • triunfo. Ms bien senta asco. Cerr la maleta y permaneci con la cabeza gacha y las manos apoyadas sobre el duro plstico negro.

    Gregor se situ a sus espaldas, levant el can de una pistola automtica con silenciador y le dispar dos tiros en la cabeza.

    La sangre y la materia gris salpicaron la pared de enfrente. Misha cay de cara al suelo, arrastrando en su cada la mesilla auxiliar. La maleta qued tirada sobre la alfombra, a su lado.

    Gregor la levant rpidamente antes de que la sangre pudiera mancharla. Algunos trocitos de tejido humano se haban pegado en uno de sus lados. Fue al bao, limpi el plstico con papel higinico, tir el papel al inodoro y dej correr el agua. Cuando volvi a la habitacin donde yaca Misha, el charco de sangre ya haba avanzado por el suelo y estaba empapando la alfombra.

    Gregor mir a su alrededor para asegurarse de que su trabajo all haba terminado y que no quedaba ninguna evidencia. Estuvo tentado de llevarse la botella de vodka, pero decidi no hacerlo. Tendra que explicar por qu tena en su poder la preciosa botella de Misha y Gregor no era lo suficientemente paciente para someterse a las preguntas de los nios. se era el trabajo de Nadiya.

    Sali del piso y baj por las escaleras.Nadiya y los nios esperaban en el coche. Ella lo mir cuando se sent

    al volante, con una pregunta evidente en la mirada.Ya habis firmado todos los papeles? pregunt.S, todos.Nadiya se reclin en el asiento, exhalando un perceptible suspiro de

    alivio.No tiene madera para esto, pens Gregor mientras pona en marcha

    el coche. Dijera Reuben lo que dijera, aquella mujer era un peligro.Se oyeron ruidos de forcejeos en el asiento de atrs. Gregor mir por el

    espejo retrovisor y vio que los nios se empujaban unos a otros. Todos menos el pequeo, Ykov, que miraba hacia delante. En el espejo sus miradas se encontraron y Gregor tuvo la extraa sensacin de que no eran los ojos de un nio sino los de un adulto los que miraban en la cara de aquel nio.

    Entonces Ykov se volvi y le dio un puetazo en el hombro al nio de al lado. En un instante, el asiento de atrs se convirti en un lo de cuerpos que se retorcan y brazos y piernas que se agitaban.

    Portaos bien! dijo Nadiya. No os podis estar quietos? Nos espera un largo viaje hasta Riga.

    Los nios se tranquilizaron. Por un momento se quedaron en silencio. Pero Gregor pudo ver, por el espejo retrovisor, cmo el pequeo, el de los ojos de adulto, volva a darle un codazo a su vecino. Sonri. No haba razn para preocuparse, pens. Despus de todo, no eran ms que nios.

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  • Captulo 2

    Eran las doce de la noche y Karen Terrio luchaba por mantener los ojos abiertos. Luchaba por seguir en la carretera.

    Haba estado conduciendo casi sin parar durante los dos ltimos das; parti inmediatamente despus del entierro de ta Georgina y no se haba detenido ms que para dormir un poco o para tomarse una hamburguesa con caf. Litros de caf. El entierro de su ta ya quedaba lejos; despus de dos das, formaba parte de los recuerdos. Gladiolos marchitndose. Primos sin nombre. Bocadillos echados a perder. Obligaciones. Malditas obligaciones!

    En aquel momento lo nico que quera era llegar a casa.Pero antes tendra que parar otra vez y tratar de dormir un poco. Sin

    embargo, estaba muy cerca; slo le quedaban ciento sesenta kilmetros para llegar a Boston. En el ltimo Dunkin Donuts se haba tomado tres tazas ms de caf. Eso la haba ayudado un poco; le haba dado suficiente mpetu para conducir desde Springfield a Sturbridge. Pero en aquel momento el efecto de la cafena comenzaba a desaparecer y, aunque ella crea estar despierta, era consciente de que ms de una vez se le haba cado la cabeza sobre el pecho y de que se haba quedado dormida, aunque fuera un segundo.

    El cartel de un Burger King la llam desde la oscuridad. Sali de la carretera.

    Despus de entrar en el local, pidi un caf y un bollo y se sent a una mesa. A aquellas horas de la noche haba pocos clientes en el comedor, y los pocos que haba mostraban la misma mscara plida de agotamiento. Fantasmas de la autopista, pens Karen. Almas cansadas que parecan estar en todas las reas de servicio. En el ambiente reinaba un silencio extrao: todo el mundo se concentraba en tratar de mantenerse despierto para volver a la carretera.

    En la mesa de al lado vio a una mujer de aspecto deprimido, con dos nios que coman galletas en silencio. Aquellos nios, tan bien educados, tan rubios, le recordaron a sus hijas. Al da siguiente cumpliran aos. Aquella noche, dormidas en sus camas, pens, les faltaban slo unas horas para tener trece aos. Un da ms alejndose de la niez.

    Cuando despierten ya estar en casa, pens.Volvi a llenar la taza de caf, cogi una tapa de plstico y se

    encamin hacia el coche.En aquel momento senta la cabeza despejada. Lo conseguira. Dos

    horas, ciento sesenta kilmetros, y cruzara el umbral de la puerta de su casa. Puso en marcha el coche y sali del aparcamiento.

    Ciento sesenta kilmetros pens. Slo ciento sesenta kilmetros.

    Treinta kilmetros ms adelante, estacionados detrs de un

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  • supermercado, Vince Lawry y Chuck Servis terminaban el ltimo pack de cervezas. Se haban dedicado a ello durante cuatro horas sin parar; no era ms que una apuesta entre amigos para ver quin se meta ms Buds entre pecho y espalda sin vomitar. Chuck llevaba una de ventaja. Haban perdido la cuenta, pero por la maana, cuando contaran las latas de cerveza amontonadas en el asiento de atrs, lo sabran.

    Sin embargo, Chuck pareca saber que llevaba ventaja y se regodeaba con ello, lo cual irritaba a Vince, porque su amigo siempre era mejor en todo. Pero no era justo; l podra haber seguido bebiendo, aunque se les haban terminado las Buds y Chuck ya tena aquella sonrisa de satisfaccin a pesar de saber que no era una competicin leal.

    Vince abri de un empujn la puerta del coche y baj del asiento del conductor.

    Adnde vas? pregunt Chuck.Voy a traer ms.Pero si no puedes ms!Vete a la mierda dijo Vince y se encamin tambalendose por el

    aparcamiento hacia la puerta del supermercado. Chuck ri.Ni siquiera puedes caminar! le grit por la ventanilla.Imbcil, pens Vince. Qu mierda, claro que poda caminar.

    Caminaba perfectamente. Entrara en el supermercado y comprara otros dos packs de media docena. Tal vez tres. S, podra fcilmente con tres. Tena el estmago de hierro y, aparte de tener que mear a cada momento, no senta los efectos en absoluto.

    Tropez con la puerta... Umbral de mierda, tan alto, podra demandarlos por eso..., pero se enderez. Sac de la nevera tres packs con seis botellines cada uno y se acerc hasta la caja. All deposit un billete de veinte dlares.

    El empleado mir el dinero y neg con la cabeza.No puedo vendrtelas dijo.Qu quieres decir con que no puedes vendrmelas?No puedo venderle cerveza a un cliente embriagado.Ests diciendo que estoy borracho?As es.Mira, es dinero, no? No te gusta mi dinero?No quiero que me demanden. Vulvelas a poner en su sitio, quieres?

    O mejor todava, por qu no te tomas un caf o compras algo para comer? Un perrito caliente?

    No quiero ningn perrito caliente.Entonces sal de aqu, muchacho. Vamos.Vince arroj uno de los packs de cerveza por encima del mostrador. El

    pack cay al suelo con estruendo. Iba a arrojar otro cuando el empleado sac un arma. Vince se qued mirndolo, paralizado en mitad del gesto.

    Vamos, sal de aqu dijo el empleado.Est bien. Vince retrocedi, con los brazos en alto en seal de

    sumisin. Est bien. Lo he entendido.Volvi a tropezar con el umbral al salir.Dnde est la cerveza? pregunt Chuck cuando Vince subi al

    coche.Se les ha terminado.

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  • No se les puede haber terminado la cerveza.Pues as es, mierda, est claro? Vince puso en marcha el coche y

    pis el acelerador. Salieron del aparcamiento haciendo chirriar los neumticos sobre el asfalto.

    Y ahora adnde vamos?pregunt Chuck.A buscar otra rea de servicio. Entorn los ojos para ver en la

    oscuridad. Dnde est la rampa de salida? Tiene que estar por aqu.Hombre, date por vencido. No podrs tomarte otra sin vomitar.Dnde est esa rampa de mierda?Creo que te la has pasado.No, ah est. Vince gir a la izquierda. Los neumticos volvieron a

    chirriar sobre el pavimento.Eh! dijo Chuck. Eh!, no creo que...Tengo veinte pavos y me los voy a fundir. Alguien los aceptar.Vince, vas en direccin contraria!Qu?Que vas en direccin contraria! grit Chuck.Vince sacudi la cabeza y trat de fijar la atencin en la carretera. Pero

    las luces eran demasiado fuertes y le daban directamente en los ojos. Pareca que se hacan cada vez ms intensas.

    Ponte a la derecha! grit Chuck. Es un coche! Ponte a la derecha!

    Vince lo hizo.Las luces tambin.Oy un grito desconocido, inhumano.No haba sido Chuck, sino l mismo.

    La doctora Abby DiMatteo estaba cansada, ms cansada de lo que lo haba estado en toda su vida. Haca treinta horas que no dorma, sin contar la cabezada de diez minutos que haba dado en la recepcin de rayos X, y saba que se le notaba el agotamiento. Mientras se lavaba las manos en el lavabo de la Unidad de Cuidados Intensivos de la planta de Ciruga (UCIC), se mir en el espejo y se qued espantada al ver las ojeras de cansancio debajo de sus ojos oscuros, y el pelo desordenado, que en aquel momento era un estropajo. Ya eran las diez de la maana y todava no se haba duchado ni cepillado los dientes. El desayuno haba consistido en un huevo duro y una taza de caf con azcar que le haba dado, haca ya una hora, una comprensiva enfermera de la UCIC. Tendra suerte si encontraba tiempo para comer, y ms suerte an si poda salir del hospital a las cinco para llegar a su casa a las seis. En aquellos momentos, el mero hecho de dejarse caer en una silla era todo un lujo.

    Pero nadie se sentaba los lunes, durante las rondas de la maana, y menos si estaban a cargo del doctor Colin Wettig, presidente del Programa de Residencia de Ciruga del Hospital Bayside. General de la Armada retirado, el doctor Wettig era famoso por sus preguntas incisivas y despiadadas. Abby, al igual que los dems residentes del departamento de ciruga, le tena miedo.

    En aquel momento haba once residentes en la UCIC, formando un semicrculo de batas blancas y verdes. Sus miradas estaban todas clavadas

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  • en el doctor Wettig. Saban que poda pillar a cualquiera de ellos con una pregunta. Verse atrapado sin una respuesta que dar era sinnimo de quedar sometido a una prolongada sesin de humillacin personal.

    El grupo ya haba visto cuatro pacientes en estado posoperatorio y haba hablado sobre planes de tratamiento y pronsticos. En aquel momento estaban reunidos alrededor de la cama nmero 11 de la Unidad de Cuidados Intensivos, la ltima que le haba tocado a Abby, as que era a ella a quien le corresponda presentar el caso.

    Aunque tena un sujetacuadernos en la mano, no mir sus notas. Present el caso de memoria, fijando los ojos en el rostro serio del general.

    La paciente es una mujer caucsica de treinta y cuatro aos, ingresada a la una de la madrugada por el servicio de Urgencias despus de sufrir un grave accidente en la carretera noventa. Fue intubada y estabilizada en el lugar de los hechos y luego evacuada en helicptero. Cuando lleg a Urgencias presentaba evidencias de traumatismo mltiple. Tena politraumatismo craneal con fracturas deprimidas, fractura de la clavcula y el hmero izquierdos e importantes heridas en la cara. En el examen preliminar vi que se trataba de una mujer de mediana constitucin, bien alimentada. No respondi a los estmulos, excepto algunos cuestionables movimientos del msculo extensor...

    Cuestionables? pregunt el doctor Wettig. Eso qu significa? Tuvo o no movimiento en el extensor?

    Abby sinti que le martilleaba el corazn. Mierda, ya lo tena encima. Trag saliva y se explic.

    Los miembros de la paciente respondieron de forma desigual ante un estmulo de dolor. Unas veces se extendieron y otras no.

    Cmo lo interpreta usted con respecto a la Escala de Coma de Glasgow para la respuesta motriz?

    Bien. Dado que la falta de respuesta se cuenta como uno y el movimiento del extensor como dos, supongo que podra considerarse que esta paciente es... uno y medio.

    Hubo un murmullo de risas incmodas entre el crculo de residentes.No existe la medida uno y medio dijo el doctor Wettig.Lo s dijo Abby. Pero esta paciente no encaja en...Contine con el examen dijo el general interrumpindola.Abby hizo una pausa y mir a su alrededor, al crculo de caras. Haba

    metido la pata? No estaba segura. Respir hondo y continu.Los signos vitales eran presin arterial nueve y seis y pulso cien. Ya

    estaba intubada. No hubo respiracin espontnea, por lo que fue necesaria la respiracin asistida a veinticinco por minuto.

    Por qu se eligi un ritmo de veinticinco?Para mantenerla hiperventilada.Porqu?Para disminuir el anhdrido carbnico en la sangre. As tambin

    disminuimos la posibilidad de edema cerebral.Contine.El examen de la cabeza, como dije, revel un politraumatismo

    parietotemporal izquierdo con fracturas deprimidas. Las heridas e inflamacin de la cara dificultaron la evaluacin de las fracturas faciales. Tena las pupilas en posicin media y sin reaccin. La nariz y la garganta...

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  • Reflejos oculoceflicos?No he hecho un reconocimiento.No?No, seor. No quise tocar la nuca. Tema una posible dislocacin

    vertebral.Vio, por la imperceptible inclinacin de cabeza de l, que la respuesta

    haba sido aceptable.Describi los resultados de la exploracin fsica. Control respiratorio

    normal. El corazn, sin nada especial. El abdomen, en perfecto estado. El doctor Wettig no la interrumpi. Cuando termin de describir los datos neurolgicos se senta ms segura. Casi eufrica. Y por qu no? Estaba segura de lo que haba hecho.

    Entonces, qu conclusiones ha sacado pregunt el doctor Wettig antes de mirar las radiografas?

    Basndome en la posicin media de las pupilas, sin reaccin, dijo Abby, he pensado en una probable compresin en el cerebro medio, seguramente producida por un hematoma subdural o epidural agudo. Se detuvo y aadi, con un sereno tono de confianza: La tomografa as lo ha confirmado. Una gran subdural izquierda con una severa inclinacin en la lnea media. Por lo tanto, se impona la neurociruga. Hicieron una evacuacin de emergencia del cogulo.

    Lo que me dice entonces es que su impresin inicial era absolutamente acertada, doctora DiMatteo?

    Abby asinti.Veamos cmo estn las cosas esta maana dijo el doctor Wettig,

    acercndose a la cama. Alumbr con la linternita los ojos de la paciente. Las pupilas no responden dijo. Hizo presin, fuerte, con un nudillo sobre el esternn. Ella permaneci flccida, inmvil. No hay respuesta al dolor. Ni del extensor ni nada.

    Los dems residentes se haban acercado, pero Abby se qued a los pies de la cama con la mirada clavada en la cabeza vendada de la paciente. Mientras Wettig continuaba con su examen, golpeando los tendones con un martillo de goma, flexionando codos y rodillas, Abby sinti que su atencin se dilua en una oleada de cansancio. Sigui mirando la cabeza de la mujer. Record el color de sus cabellos antes de que se los afeitaran; eran castaos y espesos, enmaraados entre sangre y vidrios. Tambin tena un pedazo de cristal incrustado en la ropa. En la sala de Urgencias, Abby haba ayudado a cortar y quitarle la blusa. Era una blusa de seda azul y blanca con una etiqueta de Donna Karan. Este ltimo detalle pareci quedrsele grabado en la memoria. No fueron la sangre ni los huesos rotos ni la cara destrozada, sino una etiqueta: Donna Karan. Una marca que ella misma haba comprado haca tiempo. Pens en el momento en que aquella mujer seguramente estuvo en una tienda, mirando blusas, oyendo el chirrido de las perchas al ser desplazadas sobre la barra...

    El doctor Wettig se enderez y mir a la enfermera de la UCIC.A qu hora drenaron el hematoma?Sali de Recuperacin a eso de las cuatro de la madrugada.Hace seis horas?S, unas seis horas.Wettig se volvi hacia Abby.

    - 13 -

  • Entonces, por qu no ha habido ningn cambio?Abby sali de su aturdimiento y vio que todos la observaban. Mir a la

    paciente. El pecho que suba y bajaba, suba y bajaba a cada movimiento de los fuelles del respirador.

    Puede... haber inflamacin posoperatoria dijo, y mir el monitor. La presin intracraneal est slo elevada a veinte milmetros.

    Le parece suficientemente alta como para producir cambios pupilares?

    No. Pero...La reconoci inmediatamente despus de la operacin?No, doctor. Fue transferida al servicio de neurociruga. Despus de la

    operacin habl con el residente y me dijo...No le estoy preguntando al residente de neurociruga. Le estoy

    preguntando a usted, doctora DiMatteo. Usted diagnostic un hematoma subdural, que ha sido evacuado. Entonces, por qu tiene todava las pupilas en posicin media y sin mostrar reaccin alguna seis horas despus de la intervencin?

    Abby vacil. El general la miraba, como todos los dems. Slo el ruido del respirador interrumpa aquel humillante silencio.

    El doctor Wettig mir imperiosamente al crculo de residentes.Hay alguien que pueda ayudar a la doctora DiMatteo a responder la

    pregunta?Abby se enderez.Yo puedo contestarla dijo.El doctor Wettig se volvi hacia ella, con las cejas levantadas.S?Los... cambios pupilares..., la postura en extensor de los miembros...

    eran signos del cerebro medio alto. Anoche supuse que se deba a que el hematoma subdural presionaba el cerebro medio. Pero como la paciente no ha mejorado, creo..., creo que eso demuestra que me equivoqu.

    Cree?Ella respir ruidosamente.Me equivoqu.Cul es su diagnstico ahora?Hemorragia del cerebro medio. Puede ser debida a la fuerza del

    corte, o a un dao residual del hematoma subdural. Los cambios podran no aparecer todava en la tomografa.

    El doctor Wettig la observ un momento con expresin inescrutable. Luego se volvi hacia los otros residentes.

    Hemorragia en el cerebro medio es una suposicin razonable. Con una Escala de Coma de Glasgow de tres... mir a Abby y medio se corrigi, el pronstico es cero absoluto. La paciente no tiene respiracin espontnea ni movimientos espontneos y parece haber perdido todos los reflejos del tallo cerebral. En estos momentos no tengo otra sugerencia que la vida artificial, aparte de empezar a pensar en la extirpacin de sus rganos para un posible trasplante. Hizo una leve inclinacin de cabeza a Abby y se encamin hacia el siguiente paciente.

    Uno de los otros residentes apret el brazo de Abby.Eh, DiMatteo susurr. xito absoluto.Gracias dijo Abby, asintiendo con cansancio.

    - 14 -

  • La doctora Vivian Chao, jefa de los residentes de ciruga, era una leyenda viviente entre los residentes del Hospital Bayside. Segn se deca, a los dos das de su primera rotacin como interna, su compaero de guardia tuvo un brote psictico y tuvieron que llevrselo al manicomio. Vivian se vio obligada a sustituirlo. As pues, durante veintinueve das sin descanso fue la nica residente de guardia en traumatologa, las veinticuatro horas del da. Traslad sus cosas a la sala de mdicos y no tard en adelgazar casi tres kilos despus de seguir la dieta inflexible de la cafetera. Durante veintinueve das no cruz las puertas del hospital, y el da que haca treinta, cuando termin su rotacin y sali para dirigirse a su coche, descubri que se lo haban llevado una semana antes. Al empleado del aparcamiento le haba parecido que estaba abandonado.

    A los cuatro das de comenzar la siguiente rotacin, ciruga vascular, su compaero fue atropellado por un autobs y hospitalizado con la pelvis destrozada. Alguien tena que cubrir la ausencia, as que Vivian Chao volvi a mudarse a la sala de mdicos del hospital.

    A los ojos de los dems residentes, haba alcanzado as la masculinidad honoraria, elevada condicin que fue reconocida ms tarde, en la cena anual de entrega de premios, cuando le entregaron una caja con un par de bolas de acero.

    Cuando Abby oy por primera vez las historias que se contaban de Vivian tuvo dificultades para identificar la fama de bolas de acero con lo que vea: una mujer callada, de tipo oriental, tan pequea que tena que subirse a una pequea banqueta para operar. Aunque Vivian rara vez hablaba durante las rondas con los residentes, se la encontraba siempre en la primera fila del grupo, con expresin de fro desapasionamiento.

    Con su habitual aire de indiferencia, Vivian se acerc a Abby, aquella tarde, en la Unidad de Cuidados Intensivos de la planta de Ciruga. En aquel momento, Abby se mova en medio de un mar de agotamiento, cada paso era una batalla y cada decisin un acto de voluntad pura. Ni siquiera se dio cuenta de que Vivian estaba junto a ella hasta que le habl.

    He odo que has recibido un trauma cerebral AB positivo.Abby levant la mirada del grfico donde estaba anotando el progreso

    de un paciente.S. Anoche.El paciente vive?Abby mir el cubculo de la cama nmero 11.Depende de lo que se entienda por vivir.Corazn y pulmones en buen estado?Funcionando.Edad?Treinta y cuatro aos. Porqu?He estado siguiendo la evolucin de un paciente en la unidad de

    recuperacin. Paro congestivo en la ltima fase. Sangre AB positivo. Est esperando un corazn nuevo. Vivian busc entre las historias. Qu cama?

    Once.Vivian sac el historial del fichero y levant la tapa de metal. Su rostro

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  • no dejaba traslucir la menor emocin mientras pasaba las hojas.Ya no es paciente ma dijo Abby. La transfer a neurociruga. Le

    drenaron un hematoma subduralVivian sigui leyendo.Han pasado slo diez horas desde la operacin dijo Abby. Me

    parece muy pronto para hablar de donacin de rganos.Hasta ahora ningn cambio neurolgico, por lo que veo.No, pero hay una posibilidad...Con una Escala de Glasgow de tres? No lo creo. Vivian volvi a

    guardar el historial y se dirigi a la cama nmero 11.Abby la sigui.Desde la puerta del cubculo observ a Vivian mientras sta llevaba a

    cabo un rpido examen fisiolgico. De la misma manera se comportaba Vivian en el quirfano, sin perder tiempo ni esfuerzo. Durante su primer ao, el ao de residencia, Abby a menudo la observaba operando y haba llegado a admirar aquellas manos pequeas y veloces; haba mirado asombrada cmo aquellos dedos delicados hacan nudos perfectos. Ella, en comparacin, se senta torpe. Inverta horas de prctica y metros y metros de hilo aprendiendo a hacer nudos quirrgicos en los tiradores de los cajones de su cmoda. Aunque en aquel momento dominaba la tcnica bastante bien, saba que jams tendra las manos mgicas de Chao.

    En aquel momento, mientras observaba a Vivian examinar a Karen Terrio, Abby sinti que la eficiencia de aquellas manos era profundamente estremecedora.

    No hay respuesta a estmulos de dolor dijo Vivian.Todava es pronto.Tal vez s. Tal vez no. Vivian sac del bolsillo un martillo de reflejos

    y comenz a golpear los tendones. Es AB positiva?S.Un golpe de suerte.No s cmo puedes hablar as.Mi paciente de la Unidad de Cuidados Intensivos es AB positivo. Hace

    un ao que espera un corazn. sta es la mejor oportunidad que se le ha presentado.

    Abby mir a Karen Terrio y record, una vez ms, la blusa azul y blanca. Se pregunt qu pensamientos habra tenido cuando se la aboton por ltima vez. Pensamientos ligeros, seguro. Nada sobre la muerte, ni sobre una cama de hospital, ni sobre tubos intravenosos o aparatos que bombean aire a uno a los pulmones.

    Me gustara comparar los linfocitos. Quiero asegurarme de que son compatibles dijo Vivian. Y ya podramos empezar a determinar el HLA para los dems rganos. Le habis hecho el electroencefalograma?

    No es competencia ma dijo Abby. De todas maneras, me parece prematuro. Ni siquiera hemos hablado con el marido.

    Alguien tendr que hacerlo.Tiene hijos. Necesitarn tiempo para hacerse a la idea.Los rganos no pueden esperar mucho tiempo.Lo s. S que hay que hacerlo. Pero, como ya te he dicho, hace slo

    diez horas que la operaron.Vivian se acerc a la pila y se lav las manos.

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  • No estars esperando un milagro, verdad?En la puerta del cubculo apareci una enfermera de la UCIC.Ha llegado el marido y sus hijas. Esperan para verla. Falta mucho?Yo ya he terminado dijo Vivian. Arroj la toalla de papel arrugada

    en el cubo de la basura y sali.Puedo hacerlos pasar? le pregunt la enfermera a Abby.Abby mir a Karen Terrio. En aquel instante comprendi, con dolorosa

    certeza, lo que vera una criatura que contemplara aquella cama.Espere dijo Abby. Todava no. Se acerc a la cama y

    rpidamente alis las sbanas. Moj una toalla de papel y limpi los restos de flema seca de la mejilla de la mujer, cambi la bolsa de orina a un lado de la cama, donde no fuera tan visible y luego, dando un paso atrs, le ech una ltima mirada. Se dio cuenta de que nada de lo que pudiera hacer, de que nada de lo que nadie pudiera hacer, mitigara el dolor que esperaba a aquellas nias.

    Suspir y le hizo una inclinacin de cabeza a la enfermera.Djelos pasar.

    A las cuatro y media de aquella tarde, Abby apenas poda concentrarse en lo que escriba, apenas poda enfocar la mirada en las cosas. Haba estado de guardia treinta y tres horas y media seguidas. Pero ahora ya haba terminado las rondas de la tarde y por fin poda irse a casa.

    Sin embargo, cuando estaba a punto de cerrar la ltima historia clnica, descubri que su mirada se diriga, otra vez, a la cama 11. Entr en el cubculo y se qued un rato a los pies de la cama, mirando obnubilada a Karen Terrio; tratando de pensar en cualquier otra cosa que se pudiera hacer.

    No oy las pisadas que se le acercaron por atrs, y slo cuando la voz le dijo: Hola, guapa, Abby se volvi y vio al doctor Mark Hodell, con sus cabellos castaos y sus ojos azules, dedicndole aquella sonrisa que tanto haba echado de menos durante todo el da. Durante la mayora de las jornadas de trabajo en el hospital, Abby y Mark se las ingeniaban para compartir un almuerzo rpido o, al menos, saludarse al pasar. Pero hoy no se haban visto, y encontrarse con l en aquel momento le produjo una suave oleada de alegra. Mark se inclin para darle un beso. Luego, retirndose un poco, le mir los cabellos despeinados y la ropa arrugada.

    Debe de haber sido una mala noche murmur en tono comprensivo. Has dormido algo?

    No lo s. Media hora.He odo que te has apuntado mil puntos con el general esta maana.Ella se encogi de hombros.Digamos que no me ha dejado a la altura del betn.Eso es todo un triunfo.Ella sonri. Luego su mirada volvi a la cama 11 y la sonrisa se

    desvaneci. Karen Terrio estaba medio oculta entre tanto aparato. El respirador, las bombas de perfusin continua. Los tubos de succin y los monitores de electrocardiograma, presin arterial y presin intracraneana. Un aparato para medir cada funcin del cuerpo. En esta nueva era de la tecnologa, por qu molestarse en tomar el pulso, o apoyar las manos en

    - 17 -

  • un pecho? De qu sirven los mdicos cuando las mquinas pueden hacer todo el trabajo?

    La atend anoche dijo Abby. Treinta y cuatro aos. Marido y dos hijas. Han venido a verla. Hace un rato. Y es extrao, Mark, pero no la han tocado. Se quedaron mirndola. Slo la miraban. Pero no la tocaron. Yo no dejaba de pensar: Tienen que tocarla. Tienen que tocarla ahora porque puede ser la ltima vez que lo hagan. La ltima ocasin que tengan de hacerlo. Pero no lo han hecho. Y creo que algn da se... Sacudi la cabeza. Se pas la mano rpidamente por los ojos. He odo que el otro tipo iba en direccin contraria, borracho. Y sabes lo que ms me irrita, Mark? Pues que l va a sobrevivir. En este preciso momento est arriba, en traumatologa, lloriqueando por unos cuantos huesos rotos. Abby respir hondo otra vez y al soltar el aire pareci que con l se le iba toda la rabia. Joder, se supone que estoy aqu para salvar vidas, y no para desear que ese tipo hubiera reventado en la carretera. Se apart de la cama. Creo que ya es hora de irme a casa.

    Mark le pas la mano por la espalda; un gesto de consuelo y de posesin al mismo tiempo.

    Vamos dijo. Te acompao hasta la salida.Salieron de la UCIC y entraron en el ascensor. Cuando se cerraron las

    puertas, ella sinti que se tambaleaba y se apoy en l. Mark la estrech en seguida en el crculo clido y familiar de sus brazos. De este modo se senta segura; siempre se haba sentido segura cuando l la abrazaba.

    Pero apenas haca un ao, Mark Hodell no haba sido para ella una presencia en absoluto tranquilizadora. Abby era interna y Mark el mdico que estaba a cargo del departamento de ciruga torcica..., pero no era cualquier mdico, sino un importante cirujano del equipo de trasplantes cardacos de Bayside. Se haban conocido en el quirfano, en una urgencia. El paciente, un nio de diez aos, haba llegado en ambulancia con una flecha que le sala del pecho, resultado de una pelea entre hermanos y de un regalo de cumpleaos mal elegido. Mark ya estaba vestido cuando Abby entr en el quirfano. Era su primera semana como interna y estaba nerviosa, intimidada por la idea de tener que asistir al distinguido doctor Hodell. Se acerc a la mesa. Con timidez mir al hombre que estaba de pie frente a ella y lo que vio por encima de la mascarilla fue una frente ancha e inteligente y un par de hermosos ojos azules. Muy directos. Muy inquisitivos.

    Los dos operaron al nio, que sobrevivi.Un mes despus, Mark la invit a salir. Ella se neg dos veces. No

    porque no quisiera salir con l sino porque no lo consideraba oportuno.Pas un mes. l volvi a invitarla. En esa ocasin, Abby no pudo resistir

    la tentacin. Acept.As que slo haca cinco meses y medio que ella se haba mudado a la

    casa de Mark en Cambridge. Al principio no fue fcil aprender a vivir con un soltern de cuarenta y un aos que jams haba compartido su vida, ni su casa, con una mujer. Pero en aquel momento, mientras senta a Mark abrazndola, sostenindola, no se poda imaginar viviendo con otra persona.

    Pobrecita murmur l. Ella sinti su clida respiracin en los cabellos. Es agotador, no?

    No estoy hecha para esto. Qu diablos hago yo aqu?

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  • Lo que siempre habas soado hacer. Eso al menos es lo que me dijiste.

    Ya ni me acuerdo siquiera de mi sueo. Lo olvido siempre.No tena algo que ver con salvar vidas humanas?Exacto. Y aqu estoy deseando que el borracho del otro coche

    hubiera muerto. Sacudi la cabeza, asqueada de s misma.Abby, ests pasando por lo peor. Te quedan dos das ms en

    Urgencias. Tienes que sobrevivir slo dos das ms.Magnfico. Y despus empiezo torcica.En comparacin, es como coser y cantar. Urgencias siempre ha sido

    el coco. Sfrelo como todo el mundo.Ella se hundi ms entre sus brazos.Si me paso a psiquiatra, me perderas el respeto?Totalmente. No lo dudes.Eres un cretino.Mientras rea, l le bes la cabeza.Muchos piensan lo mismo que t, pero eres la nica que tienes

    permiso para decrmelo.Salieron del ascensor en la planta baja y, despus, del hospital.

    Todava era otoo, pero Boston se abrasaba en el sexto da de una ola de calor de fines de septiembre. Mientras cruzaban el aparcamiento, Abby sinti que las ltimas reservas de energa la abandonaban, y cuando llegaron al coche, casi no poda arrastrar los pies.

    Esto es lo que nos hace pens. Es el fuego por el que caminamos para convertirnos en cirujanos. Los das interminables, el agotamiento mental y emocional, seguir adelante horas y horas aunque se nos queden pedacitos de vida por el camino. Saba que era sencillamente un proceso de seleccin despiadado y necesario. Mark haba sobrevivido; ella tambin lo hara.

    l la abraz de nuevo y la bes.Seguro que puedes irte sola a casa? le pregunt.Pondr el coche en piloto automtico.Yo tardar todava una hora. Compro una pizza por el camino?Ella se sent al volante y bostez.Por m no.No vas a cenar?Ella puso en marcha el motor.Esta noche lo nico que quiero dijo, suspirando es una cama.

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  • Captulo 3

    Por la noche lo sinti como el ms delicado de los susurros o como el roce de las alas de un hada en la mejilla: Me estoy muriendo. Esta certeza no asust a Nina Voss. Durante semanas, mientras se cambiaban los turnos de las tres enfermeras privadas y se sucedan las visitas diarias del doctor Morissey, con sus dosis cada vez ms altas de furosemida, Nina haba mantenido la serenidad. Y por qu no mantenerla? Su vida haba estado colmada de bendiciones. Haba conocido el amor, la alegra y el asombro. En sus cuarenta y seis aos, haba visto el amanecer por encima de los templos de Karnak, paseado a la hora del crepsculo por las ruinas de Delfos y subido a las montaas del Nepal. Y haba conocido la tranquilidad que slo se consigue cuando se acepta el lugar que a cada uno le toca ocupar en el universo del Seor. Slo haba dos cosas que le causaban pesar. Una, el hecho de no haber tenido nunca un hijo.

    La otra, que Victor se quedara solo.Durante toda la noche, su esposo la haba velado, le haba sostenido la

    mano durante todas aquellas largas horas de respiracin trabajosa y de toses, durante el cambio de los tubos de oxgeno y las visitas del doctor Morissey. Incluso en su sueo haba sentido la presencia de Victor. Cerca del amanecer, entre la nebulosa de sus sueos, le oy decir: Es tan joven... Tan joven... No se puede hacer nada, cualquier cosa?.

    Algo! Cualquier cosa! As era Victor. No crea en lo inevitable.Pero Nina s.Abri los ojos y vio que la noche por fin haba pasado y que la luz del

    sol entraba por la ventana del dormitorio. Ms all de aquella ventana haba una vista panormica de su amado canal de Rhode Island. En los das anteriores a la enfermedad, antes de que la cardiomiopata le quitara todas las fuerzas, el alba, por lo general, encontraba a Nina despierta y vestida. Sola salir al balcn de su dormitorio a ver la salida del sol. Incluso en las maanas en que la niebla envolva el canal, cuando el agua pareca poco ms que un temblor de plata en la neblina, ella vea de pie cmo la tierra arremeta, cmo el da se derramaba sobre su persona. Igual que aquel da.

    He visto muchos amaneceres. Te doy las gracias, Seor, por cada uno de ellos.

    Buenos das, cario susurr Victor.Nina fij los ojos en la cara de su marido, que le sonrea. Quien mirara

    a Victor Voss vera el rostro de la autoridad. Algunos vean el genio o la crueldad. Pero aquella maana, mientras miraba a su marido, Nina slo vea el amor. Y la desolacin.

    Alarg la mano buscando la suya. l la cogi y se la llev a los labios.Tienes que dormir un poco, Victor dijo ella.No estoy cansado.Yo creo que s.No, en serio. Volvi a besarle la mano y ella sinti los labios clidos

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  • contra la piel helada. Se miraron un instante. El oxgeno siseaba suavemente a travs de los tubos en su nariz. Desde la ventana abierta llegaba el sonido de las olas del mar que lavaban las rocas.

    Nina cerr los ojos.Recuerdas aquella vez...? Se le fue la voz cuando se interrumpi

    para respirar.Qu vez? la apremi con delicadeza.Cuando... me romp la pierna... Sonri.Fue la semana en que se conocieron, en Gstaad. Ms tarde, Victor le

    confes que ya la haba visto antes bajando en lnea recta por una pista negra; la haba seguido montaa abajo, luego en el telesilla y montaa abajo otra vez. Haca veinticinco aos de eso.

    Desde entonces no se haban separado ni un solo da.Lo supe entonces murmur ella. En el hospital..., cuando te

    quedaste junto a mi cama. Lo supe.Supiste qu, amor mo?Que eras el hombre de mi vida. Abri los ojos y volvi a sonrerle.

    Slo entonces vio la lgrima que corra por la mejilla arrugada de Victor. Pero si l no lloraba! No lo haba visto llorar nunca, ni una sola vez en aquellos veinticinco aos juntos. Siempre pens que Victor era el fuerte, el valiente. En aquel momento, mirndolo, se dio cuenta de lo equivocada que estaba. Victor dijo, apretndole la mano entre las suyas. No tienes que tener miedo.

    Rpida y casi airadamente, l se pas la mano por la cara.No voy a permitir que suceda. No voy a perderte.Nunca me perders.No. No, eso no me basta! Te quiero aqu, en esta tierra. Conmigo.

    Conmigo.Victor, si hay algo..., algo que s... respir hondo, buscando el aire

    es que este tiempo... que tenemos aqu... es una parte muy pequea. .. de nuestra existencia.

    Nina sinti que se pona rgido de impaciencia, que se apartaba. l se levant de la silla y camin hasta la ventana, donde se qued mirando el canal. Ella sinti que el calor de la mano de l se le iba de la piel. Sinti que volva el fro.

    Yo me har cargo de esto, Nina dijo Victor.Hay cosas... en esta vida... que no podemos cambiar.Ya he tomado mis medidas.Pero Victor...l se volvi a mirarla. Sus hombros, enmarcados por la ventana,

    parecan tapar la luz del amanecer.Todo saldr bien, mi amor dijo. No te preocupes por nada.

    Era uno de aquellos atardeceres clidos y perfectos: la puesta de sol, los cubitos de hielo que tintineaban en los vasos, las seoras perfumadas que pasaban flotando entre sedas y gasas. A Abby, de pie en el jardn del doctor Bill Archer, le pareca que hasta el aire era mgico: las clemtides y las rosas colgaban sobre el enrejado de una prgola; montones de flores que pintaban anchas manchas de color sobre el csped. El jardn era el

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  • orgullo y la alegra de Marilee Archer, cuya voz de contralto canturreaba nombres botnicos mientras guiaba a las otras esposas de los mdicos de un cuadro de flores a otro.

    Archer, de pie en el patio, con un vaso en la mano, rea.Marilee sabe ms latn que yo.Yo estudi latn tres aos en el instituto dijo Mark, pero lo nico

    que recuerdo es lo que aprend en la Facultad de Medicina.Se hallaban de pie, al lado de la barbacoa de ladrillo. Eran Bill Archer,

    Mark, el general y los dos residentes quirrgicos. Abby era la nica mujer del grupo. Ser la nica mujer en un grupo era algo a lo que no se haba acostumbrado jams. Poda olvidarlo por un momento, pero cuando miraba a su alrededor en una habitacin donde estuvieran reunidos cirujanos, experimentaba aquella familiar incomodidad al comprobar que estaba rodeada de hombres.

    Aquella noche, por supuesto, haban acudido las esposas a la fiesta de Archer, pero parecan moverse en un universo paralelo que rara vez se cruzaba con l de sus maridos. Abby, sentada con los cirujanos, oa de vez en cuando fragmentos de las conversaciones de las mujeres. Charlas sobre rosas damascenas, viajes a Pars o comidas. Senta que tiraban de ella por ambos lados, como si se hallara en la lnea divisoria entre hombres y mujeres, sin pertenecer a ninguno de los dos universos y sin embargo atrada por ambos.

    Era Mark quien la ataba a aquel crculo de hombres. l y Bill Archer, tambin cirujano torcico, trabajaban en estrecha colaboracin. Archer, jefe del equipo de trasplantes cardacos, haba sido uno de los mdicos que haba introducido a Mark en Bayside haca siete aos. As pues, no era sorprendente que se llevaran tan bien. Ambos eran emprendedores, atlticos y ferozmente competitivos. En el quirfano trabajaban como un equipo, pero fuera del hospital, su amistosa rivalidad se manifestaba de igual manera en las pistas de esqu de Vermont que en las aguas de la baha de Massachusetts. Los dos tenan sendos veleros J-35 anclados en el club nutico de Marblehead y aquella temporada, hasta la fecha, el Red Eye de Archer iba por delante del Gimme Shelter de Mark por el tanteo de seis a cinco. Mark planeaba igualar el tanteo aquel fin de semana. Ya haba reclutado a Rob Lessing, el otro residente de segundo ao, como tripulacin.

    Qu les pasa a los hombres con los barcos?, se pregunt Abby. Las conversaciones sobre mquinas de navegar eran especializadas, de alta tecnologa, impulsadas por la testosterona. En aquel crculo, el centro de la escena perteneca a los hombres de cabellos entrecanos. A Archer, con su melena plateada. A Colin Wetting, ya de un gris distinguido. Y tambin a Mark, cuyas sienes comenzaban a platear.

    Cuando la conversacin lleg al mantenimiento del casco, el diseo de la quilla y el precio exorbitante de los spinnakers, la atencin de Abby se dispers. Entonces repar en el doctor Aaron Levi y su esposa Elaine, que llegaban tarde a la fiesta. Aaron, el cardilogo del equipo de trasplantes, era un hombre tremendamente tmido, y ya se haba retirado con su copa a un rincn alejado del jardn, donde permaneca en silencio con los hombros encogidos. Mientras, Elaine miraba a su alrededor en busca de una cabecera de puente para entablar una conversacin.

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  • Era la oportunidad de Abby para huir de la charla sobre barcos. Se apart de Mark y fue a reunirse con los Levi.

    Seora Levi? Me alegro de volver a verla.Elaine le devolvi una sonrisa de reconocimiento.Eh... Abby, no?S, Abby DiMatteo. Creo que nos conocimos en una excursin de los

    residentes.Ah, s, cierto. Hay tantos residentes que no consigo acordarme de

    todos. Pero de usted s que me acordaba.Abby ri.Hay slo tres mujeres en el equipo de ciruga..., y destacamos.Es mucho mejor que antes, cuando no haba ninguna. En qu grupo

    est ahora?Maana empiezo ciruga torcica.Entonces trabajar con Aaron.Si tengo la suerte de asistir en algn trasplante.Seguramente. El equipo ha tenido mucho trabajo ltimamente. Hasta

    estn recibiendo demandas del General de Massachusetts, lo que fascina a Aaron. Elaine se inclin hacia Abby. Hace aos lo rechazaron para una ctedra. Y ahora le mandan pacientes a l.

    Lo nico que tiene mejor el General de Massachusetts en comparacin con el Bayside es esa mstica de Harvard dijo Abby. Conoce a Vivian Chao, verdad? Nuestra jefa de residentes?

    Por supuesto.Se gradu entre los diez primeros de la Facultad de Medicina de

    Harvard. Pero cuando le toc escoger la residencia, su primera eleccin fue el Bayside.

    Elaine se volvi hacia su marido.Aaron, has odo eso?Con desgana, l levant la mirada de su copa.Qu?Vivian Chao eligi el Bayside en lugar del General de Massachusetts.

    Te das cuenta, Aaron? Aqu ests en la cspide. Por qu quieres irte?Irse? Abby mir a Aaron, pero el cardilogo tena la vista clavada

    en su esposa. El repentino silencio fue lo que ms intrig a Abby. Del otro lado del jardn se oan risas, retazos de conversaciones, pero, en aquel rincn, no se deca nada.

    Aaron se aclar la garganta.Es una idea en la que he estado pensandodijo. Lo normal. Salir

    de la ciudad. Mudarse a un pueblo pequeo. Todo el mundo suea con esta idea, pero despus, de hecho, nadie quiere abandonar la ciudad.

    Yo no dijo Elaine.Yo crec en un pueblo pequeo intervino Abby. Belfast, en Maine.

    No vea la hora de irme.Eso me imaginaba contest Elaine. Desesperados por llegar a la

    civilizacin.Bueno, tampoco era tan malo.Pero no volvera, verdad?Abby vacil.Mis padres han muerto y mis dos hermanas se han ido del estado. De

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  • manera que no tengo ninguna razn para volver. Pero s muchas para quedarme aqu.

    Era slo una fantasa dijo Aaron y tom un largo trago de su bebida. En realidad, nunca me lo plante en serio.

    En el embarazoso silencio que sigui, Abby oy que la llamaban. Se volvi y vio a Mark hacindole seas.

    Perdndijo, y atraves el jardn hacia l.Archer nos ofrece una visita asistida por su santuario dijo Mark.Qu santuario?Ven. Ya vers. La cogi de la mano y la llev por la terraza hasta

    entrar en la casa. Subieron por la escalera hasta el primer piso. Abby slo haba estado una vez en el piso superior de la casa de los Archer, y haba sido para ver los leos colgados en la galera.

    Aquella noche era la primera vez que la invitaban a entrar en la habitacin que haba al final del vestbulo.

    Archer ya les esperaba dentro. En un grupo de sillas forradas de cuero se hallaban sentados los doctores Frank Zwick y Raj Mohandas. Pero Abby slo repar un instante en las personas, ya que fue la habitacin lo que ms la impresion.

    Era un verdadero museo de instrumentos de medicina antiguos. En estuches, se exhiba una variedad de instrumentos fascinantes y aterradores al mismo tiempo. Escalpelos y palanganas para recoger sangre. Jarras para sangras. Frceps con pinzas capaces de aplastar la cabeza de una criatura. Sobre la chimenea haba una pintura al leo: la batalla entre la muerte y el mdico por la vida de una joven. En el estreo sonaba uno de los Conciertos de Brandeburgo.

    Archer baj el volumen y de pronto se hizo un silencio total en la habitacin, slo se oa el murmullo de la msica como fondo.

    No viene Aaron?pregunt Archer.Ya le conoces. Estar en camino dijo Mark.Bien. Archer dirigi a Abby una sonrisa. Qu te parece mi

    pequea coleccin?Ella estudi el contenido de una vitrina.Es fascinante. Ni siquiera s qu son algunas de estas cosas.Archer le seal un extrao aparato de engranajes y poleas.Este aparato es interesante. Serva para generar una corriente

    elctrica suave que se aplicaba a diferentes partes del cuerpo. Se deca que era til para cualquier cosa, desde problemas femeninos hasta diabetes. Gracioso, no? Las tonteras que nos hace creer la ciencia mdica.

    Abby se detuvo ante la pintura y observ la imagen vestida de negro de la muerte. El mdico como hroe, el mdico como conquistador, pens. Y por supuesto que el objeto del rescate era una mujer. Una mujer hermosa.

    Se abri la puerta.Aqu est dijo Mark. Ya creamos que te habas olvidado, Aaron.Aaron entr en la habitacin. No dijo nada; se limit a hacer una

    inclinacin de cabeza y a sentarse en una silla.Te sirvo otro, Abby? pregunt Archer, indicndole el vaso.No, est bien as.Un poco de coac? Conduce Mark, no?

    - 24 -

  • Abby sonri.Bueno, gracias.Archer sirvi a Abby y le devolvi el vaso. La habitacin se haba

    quedado extraamente silenciosa, como si todos esperaran a que terminara aquella formalidad. Entonces Abby se dio cuenta de que era la nica residente que se encontraba all. Bill Archer celebraba ese tipo de fiestas cada dos o tres meses, para dar la bienvenida a cada tanda de residentes en los turnos de ciruga torcica y traumatologa. En aquel momento, haba otros seis residentes quirrgicos deambulando por el jardn. Pero all, en el refugio privado de Archer, slo estaba el equipo de trasplantes.

    Y Abby.Se sent en el divn junto a Mark y bebi un trago. Ya senta el calor

    del coac y la calidez de aquella atencin especial. Como interna, haba mirado a aquellos cinco hombres con respeto, se haba sentido privilegiada slo por trabajar en el mismo quirfano con Archer y Mohandas. Aunque su relacin con Mark la haba introducido en su crculo social, nunca olvidaba quines eran ellos. No olvidaba tampoco el poder que tenan sobre su porvenir.

    Archer se sent frente a ella.He odo comentarios muy halagadores sobre ti, Abby. Del general.

    Esta noche, antes de irse, te hizo unos hermosos cumplidos.El doctor Wettig? Abby no pudo contener una risita nerviosa.

    Para ser sincera, nunca estoy muy segura de lo que opina de mi trabajo.Bueno, as es el general. Reparte un poco de inseguridad por el

    mundo.Los otros hombres rieron. Abby tambin.Yo respeto mucho la opinin de Colin dijo Archer. Y s que ests

    entre los mejores residentes del Nivel Dos del programa. He trabajado contigo y pienso que tiene razn.

    Abby se movi incmoda en su asiento. Mark le cogi la mano y se la apret. El gesto no le pas inadvertido a Archer, que sonri.

    Obviamente, Mark te considera algo muy especial. Y sa es en parte la razn por la que mantenemos esta charla. S que puede parecer algo prematuro, pero planificamos a largo plazo, Abby. Creemos que no est de ms explorar el territorio por adelantado.

    Creo que no entiendo dijo Abby.Archer cogi la botella de coac y se sirvi un poco.Nuestro equipo de trasplantes est interesado slo en lo mejor. Las

    mejores credenciales, el mejor trabajo. Estamos siempre buscando entre los residentes materia prima para cubrir becas. Tenemos un motivo egosta, por supuesto: preparar gente para el equipo. Hizo una pausa. Y nos preguntbamos si te interesara la ciruga de trasplantes.

    Abby le dirigi una mirada sorprendida a Archer. l asinti.No es algo que tengas que decidir ahoradijo ste, pero queremos

    que lo pienses. Tenemos unos aos ms para conocernos. Entonces, tal vez ni siquiera quieras una beca. Quiz la ciruga de trasplantes no te interese en absoluto.

    S que me interesa. Ella se inclin hacia delante, con la cara sonrosada por el entusiasmo. Creo que... esto me sorprende. Y me halaga. Hay muchos buenos residentes en el programa. Vivian Chao, por ejemplo.

    - 25 -

  • S, Vivian es buena.Me parece que ella quiere una beca para el ao que viene.No vamos a discutir aqu que la tcnica quirrgica de la doctora Chao

    no sea sobresaliente dijo Mohandas. De hecho, se podra mencionar a varios residentes con una tcnica excelente. Pero conoces el dicho? Uno le puede ensear a operar a un mono; lo difcil es ensearle cundo ha de operar.

    Creo que lo que Raj quiere decir es que buscamos un buen juicio clnico dijo Archer. Y sentido del trabajo en equipo. En ese aspecto eres alguien que trabaja bien, no creas conflictos y eso es algo en lo que insistimos, Abby; en el trabajo en equipo. Cuando uno se est matando en el quirfano, hay un sinfn de cosas que pueden salir mal. Fallan los equipos. Se te cae el bistur. Se pierde el corazn por el camino. Tenemos que ser capaces de unirnos, llueva o truene. Y eso es lo que hacemos nosotros.

    Nos ayudamos unos a otros dijo Frank Zwick. Tanto dentro del quirfano como fuera.

    En todo dijo Archer. No ests de acuerdo, Aaron?ste se aclar la garganta.S. Nos ayudamos unos a otros. Es uno de los beneficios de unirse a

    este equipo.Uno de los muchos beneficios aadi Mohandas.Por un momento, nadie habl. Uno de los Conciertos de Brandeburgo

    sonaba suavemente al fondo.Este fragmento me gusta dijo Archer, y subi el volumen. Mientras

    el sonido de los violines se extenda desde los altavoces, Abby se encontr, otra vez, mirando a la muerte enfrentada al mdico. La batalla por la vida de una paciente, por el alma de una paciente.

    Has mencionado... otros beneficiosdijo Abby.Por ejemplo intervino Mohandas, cuando yo termin mi

    residencia de ciruga, tena pendientes de pago muchos prstamos de mi poca como estudiante. Y eso fue parte del acuerdo de mi ingreso. Bayside me ayud a pagarlos.

    Eso es algo de lo que podemos hablar, Abby dijo Archer. Hay muchas maneras para hacer que esto te parezca atractivo. En la actualidad, los cirujanos jvenes salen de residentes a los treinta aos. La mayora ya estn casados y tienen uno o dos hijos. Y deben... cunto? Cien mil dlares en prstamos. Ni siquiera tienen una casa propia! Sin una ayuda tardaran diez aos en salir del endeudamiento. Para entonces ya tienen cuarenta aos y deben empezar a preocuparse por el colegio de los hijos. Neg con la cabeza. No entiendo por qu la gente sigue estudiando medicina en estos tiempos. Seguro que no es para hacer dinero.

    En todo caso dijo Abby, es un trabajo sacrificado.Y no tendra que serlo. Ah es donde puede ayudar Bayside. Mark nos

    ha contado que mientras estuviste en la facultad, necesitaste siempre ayuda financiera.

    Una combinacin de becas y prstamos. La mayora prstamos.Uf qu angustioso.Abby asinti, con pesar.Estoy empezando a sentir la angustia.

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  • Prstamos para la fase inicial tambin?S. Mi familia tena... problemas financieros admiti Abby.Lo dices como si fuera algo vergonzoso.Ms bien fue una cuestin de mala suerte. Mi hermano pequeo tuvo

    que ser hospitalizado unos meses y no tenamos ningn tipo de seguro. Pero en el pueblo de donde yo soy casi nadie estaba asegurado.

    Seal de lo mucho que habrs trabajado para luchar contra las adversidades. Aqu todos saben cmo es eso. Raj era un inmigrante, y a los diez aos no hablaba ni una palabra de ingls. Yo fui el primero de mi familia que estudi. Creme, no hay ni un maldito pijo de Boston en esta habitacin. Ni padres millonarios ni cmodos fondos de fideicomiso. Sabemos lo que es luchar contra las adversidades porque todos lo hemos hecho. se es el empuje que buscamos para este equipo.

    La msica creci en los ltimos compases, y cuando el acorde final de trompetas y cuerdas se diluy, Archer apag el estreo y mir a Abby.

    Bueno, pinsatelo dijo. No estamos hacindote ninguna oferta en firme, por supuesto. Esto es ms bien como una... Archer dirigi una sonrisa a Markprimera cita.

    Entiendo dijo Abby.Hay algo que debes saber. Eres la nica residente con la que hemos

    hablado. La nica en la que estamos verdaderamente interesados. Sera prudente que no le mencionaras esto a nadie. Mejor no despertar celos.

    Claro que no.Bien Archer mir a su alrededor, creo que estamos todos de

    acuerdo. Verdad, caballeros?Hubo una inclinacin generalizada de cabezas.Tenemos consenso dijo Archer y, sonriendo, cogi otra vez la

    botella de coac. Esto es lo que yo llamo un verdadero equipo.

    Qu te parece? le pregunt Mark mientras se dirigan a casa.Abby ech la cabeza atrs y grit fascinada:Estoy encantada! Joder, qu noche!Ests contenta entonces?Ests bromeando? Estoy aterrada.Aterrada? De qu?De meter la pata y echarlo todo a perder.l se ri y le apret la rodilla.Oye, hemos trabajado con todos los otros residentes, de acuerdo?

    Sabemos que estamos escogiendo lo mejor.Y cunto de esto se debe a su influencia, doctor Hodell?Ah, yo puse mi granito de arena. Pero los otros estuvieron

    completamente de acuerdo.Me lo imagino.Es cierto. Creme, Abby, eres nuestra primera opcin. Y creo que a ti

    tambin te parecer un arreglo magnfico.Ella se reclin en el asiento, sonriendo. Fantaseando. Hasta aquella

    noche slo haba tenido una idea muy remota de dnde estara trabajando al cabo de tres aos y medio. Probablemente, matndose en cualquier institucin. La prctica privada estaba desapareciendo. Ella no le vea

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  • ningn futuro, al menos en la ciudad de Boston. Y era en Boston donde quera quedarse.

    Donde estaba Mark.Quiero mucho todo esto dijo. Slo espero no desilusionaros.No lo hars. El equipo sabe lo que quiere. Estamos todos juntos en

    esto.Ella guard silencio por un momento.Incluso Aaron Levi?pregunt.Aaron? Y por qu no?No lo s. Estuve hablando con su mujer esta noche. Con Elaine. Me

    dio la impresin de que Aaron no est muy contento. Sabes que ha estado pensando en marcharse de la ciudad?

    Qu? Mark la mir sorprendido.S, mudarse a un pueblo pequeo.l ri.Eso no suceder jams. Elaine es una mujer de Boston.No era por Elaine. La idea era de Aaron.Durante un rato Mark condujo sin decir una palabra.Tienes que haberlo entendido mal dijo por fin.Ella se encogi de hombros.Quiz s.

    Luz, por favordijo Abby.Una enfermera alarg el brazo y ajust la lmpara, enviando el haz de

    luz sobre el pecho de la paciente. El sitio de la operacin estaba dibujado sobre la piel con rotulador negro: dos equis diminutas conectadas por una lnea que recorra la parte superior de la quinta costilla. Era un pecho pequeo, de una mujer pequea. Mary Allen, una viuda de ochenta y cuatro aos, haba sido internada en Bayside haca una semana aquejada de una prdida de peso importante y fuertes dolores de cabeza. Una radiografa puso de manifiesto un descubrimiento alarmante: ndulos mltiples en ambos pulmones. Durante seis das la haban reconocido, examinado y hecho radiografas. Tena un broncoscopio en la garganta y agujas que le atravesaban la cavidad torcica, pero el diagnstico todava no era claro. Aquel da obtendran la respuesta.

    El doctor Wettig cogi el bistur y movi la hoja sobre el lugar donde haba que practicar la incisin. Abby esper a que cortara, pero no lo hizo. Por el contrario, la mir por encima de la mascarilla, con aquel azul duro y metlico de sus ojos.

    En cuntas biopsias de pulmn ha participado, DiMatteo? pregunt.

    Cinco, creo.Est familiarizada con la historia de esta paciente? Con las placas?S, doctor.Wettig le tendi el bistur.Suya, doctora.Abby mir sorprendida el bistur que brillaba en la mano del general.

    ste rara vez lo entregaba, ni siquiera a los residentes de nivel superior.Ella lo cogi, sinti el peso de la hoja de acero inoxidable que se

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  • adaptaba cmodamente y con mano firme hizo la incisin, estirando la piel mientras cortaba una lnea por el extremo superior de la costilla. La paciente era muy delgada, por lo que haba poca grasa subcutnea para tapar las seales. Otra incisin apenas ms profunda separ los msculos intercostales.

    Ya estaba en la cavidad pleural.Pas un dedo por la incisin y pudo sentir la superficie del pulmn.

    Suave, esponjosa.Todo bien? pregunt al anestesista.S.Bueno, retraiga dijo Abby.Las costillas quedaron separadas, ensanchando la incisin. El

    respirador lanz otra bocanada de aire y un pequeo segmento de tejido pulmonar sali por la incisin. Abby lo sujet, todava inflado.

    Volvi a mirar al anestesista.Todo bien?S.Abby concentr la atencin en el segmento de tejido pulmonar que

    haba quedado a la vista. Bast una mirada para localizar uno de los ndulos. Pas los dedos por l.

    Parece muy slido dijo. No me gusta.No me sorprende contest Wettig. Por los rayos X ya vimos que

    se necesitaba quimioterapia especial. Slo estamos confirmando el tipo de clula.

    Y los dolores de cabeza? Metstasis cerebral?Wettig asinti.Es agresivo. Hace ocho meses los resultados de los rayos X eran

    normales. Ahora es un hervidero de cncer.Tiene ochenta y cuatro aos dijo una de las enfermeras. Al

    menos ha tenido una vida larga.Pero qu clase de vida?, se pregunt Abby mientras resecaba la

    parte del pulmn que contena el ndulo. El da anterior haba visto a Mary Allen por primera vez. La encontr sentada, quieta y callada en la habitacin del hospital. Haban bajado la persiana y la cama estaba en penumbra. Era por los dolores de cabeza, dijo Mary. El sol me molesta en los ojos. Slo cuando duermo se me va. Cada dolor es distinto. Por favor, doctora, no podra darme un somnfero ms fuerte?

    Abby termin de resecar y sutur el borde cortado del pulmn. Wettig no hizo ningn comentario. Se limit a observar su trabajo con la mirada tan fra como siempre. El silencio ya era todo un cumplido; haca tiempo que ella saba que el simple hecho de escapar a la crtica del general era un verdadero triunfo.

    Por fin, con el pecho cerrado y el tubo de drenaje en su lugar, Abby se quit los guantes ensangrentados y los deposit en el cubo que tena la etiqueta de contaminado.

    Ahora viene la parte difcil dijo, mientras las enfermeras sacaban a la paciente del quirfano. Darle la mala noticia.

    Ya lo sabe dijo Wettig. Siempre lo saben.Los dos siguieron el chirrido de las ruedas de la camilla hasta la sala de

    Recuperacin. Cuatro pacientes de posoperatorio en diferentes estados de

    - 29 -

  • conciencia ocupaban los cubculos cortinados. Mary Allen, en el ltimo, comenzaba a despertar. Movi un pie. Se quej. Trat de soltarse la mano.

    Con el estetoscopio, Abby auscult rpidamente los pulmones de la paciente y luego dijo:

    Denle cinco miligramos de morfina intravenosa.La enfermera le inyect la morfina. Suficiente para mitigar el dolor y al

    mismo tiempo permitir un suave retorno a la conciencia. Los quejidos de Mary cesaron. El registro en el monitor del corazn segua firme y regular.

    Instrucciones para el posoperatorio, doctor Wettig? pregunt la enfermera.

    Se hizo un momento de silencio. Abby mir a Wettig, que dijo:La doctora DiMatteo est a cargo. Y sali de la habitacin.Las enfermeras se miraron. Wettig siempre escriba sus rdenes para el

    posoperatorio. Otro voto de confianza para Abby.Ella llev el historial clnico al escritorio y se puso a escribir.

    Transferencia a 5 Este, Servicio de Ciruga Torcica. Diagnstico: biopsia de pulmn posapertura para ndulos pulmonares mltiples. Estado: estable. Escribi con mano firme prescripciones alimenticias, medicamentos, actividad. Lleg al rengln codificado de la condicin del paciente. Escribi automticamente absoluto.

    Mir por encima del escritorio a Mary Allen, inmvil en la camilla. Pens cmo sera tener ochenta y cuatro aos y enfermar de cncer, tener los das contados, cada uno de ellos lleno de sufrimiento. Preferira la enferma una muerte ms dulce y rpida? Abby no lo saba.

    Doctora DiMatteo? dijo una voz por el interfono.S?dijo Abby.La han llamado de Cuatro Este hace unos diez minutos. Quieren que

    vaya.A neurociruga? Han dicho para qu?Algo sobre una paciente llamada Terrio. Quieren que usted hable con

    el marido.Karen Terrio ya no es mi paciente.Yo slo le paso el mensaje, doctora.Est bien, gracias.Despus de exhalar un suspiro, Abby se puso de pie y se acerc a la

    camilla de Mary Allen para controlar otra vez el monitor del corazn y los signos vitales. El pulso estaba un poco acelerado y la paciente se quejaba otra vez. Segua dolorida.

    Abby mir a la enfermera.Otros dos miligramos de morfina dijo.

    El grfico del monitor del electrocardiograma se mova a un ritmo lento y regular.

    Tiene un corazn fuerte murmur Joe Terrio. No quiere abandonar. Ella no quiere abandonar.

    Estaba sentado junto a la cama de su esposa, apretndole una mano, con los ojos clavados en aquella lnea verde que serpenteaba en el osciloscopio. Pareca intrigado por todos los aparatos que haba en la habitacin. Los tubos, los monitores, la bomba de succin. Intrigado y

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  • atemorizado. Fijaba toda su atencin en el monitor del electrocardiograma como si tratara de alguna manera de dominar los secretos de aquella caja misteriosa, para poder dominar todo lo dems. Como si pudiera llegar a comprender por qu y cmo haba llegado a estar sentado junto a la cama de la mujer que amaba, de la mujer cuyo corazn se negaba a detenerse.

    Eran las tres de la madrugada, sesenta y una horas despus de que un conductor borracho se estrellara contra el coche de Karen Terrio. Ella tena treinta y cuatro aos, era HIV negativa, y no tena cncer ni infecciones. Tambin estaba cerebralmente muerta. En suma, era un supermercado vivo de saludables rganos para poder donar. Corazn. Pulmones. Riones. Pncreas. Hgado. Huesos. Crneas. Piel. Con una extraccin total pero terrible, se podran salvar o mejorar al menos media docena de vidas.

    Abby acerc una silla y se sent frente al marido. Era la nica mdica que haba pasado mucho tiempo hablando con Joe, de modo que fue a ella a quien llamaron las enfermeras para que hablara con l. Para convencerlo de que firmara los papeles y permitiera que su esposa muriera de una vez. Se qued un momento sentada en silencio. El cuerpo de Karen Terrio se extenda entre ellos; su pecho suba y bajaba a un ritmo constante: unas veinte respiraciones por minuto.

    Tiene razn, Joe dijo Abby. El corazn es fuerte. Podra seguir funcionando un tiempo. Pero no para siempre. Al final el cuerpo lo sabe. El cuerpo comprende.

    Joe la mir con los ojos enrojecidos por las lgrimas y la falta de sueo.Comprende?S, comprende que el cerebro ha muerto. El corazn sabe que no hay

    razn para seguir latiendo.Cmo lo sabe?Necesitamos nuestro cerebro, no slo para pensar y sentir, sino

    tambin para darle un propsito al resto de nuestro cuerpo. Cuando ese propsito se ha ido, el corazn, los pulmones, todo empieza a fallar. Abby mir el respirador. Esa mquina est respirando por ella.

    Lo s. Joe se pas la mano por la cara. Lo s. Lo s..., lo s.Abby no dijo nada. En aquel momento, Joe se balanceaba en la silla,

    con las manos en la cabeza. Su garganta emita pequeos gemidos y quejidos, lo ms cercano al llanto que se puede permitir un hombre. Cuando volvi a levantar la cabeza tena mechones de pelo mojados por las lgrimas.

    Volvi a mirar el monitor. El nico punto en la habitacin que se senta seguro mirando.

    Me parece demasiado pronto.No lo es. Contamos con poco tiempo antes de que los rganos

    comiencen a deteriorarse. Despus no se podrn utilizar. Y eso no ayuda a nadie, Joe.

    La mir por encima del cuerpo de su mujer.Ha trado los papeles?Los tengo.Apenas mir los formularios. Simplemente firm al pie y se los

    devolvi. Una enfermera de Cuidados Intensivos y Abby fueron testigos. Las copias del formulario iran a la ficha de Karen Terrio, al Banco de rganos de Nueva Inglaterra y a los ficheros de la Coordinadora de Trasplantes de

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  • Bayside. Slo entonces se practicara la extraccin de los rganos.Mucho despus de que Karen Terrio fuera enterrada, pequeas partes

    de ella seguiran viviendo. El corazn que una vez haba sentido golpendole en el pecho cuando jugaba, a los cinco aos, cuando se cas, a los veinte, o cuando sufri en el parto, a los veintiuno, seguira latiendo en el pecho de un extrao. Eso es lo ms cercano a la inmortalidad.

    Pero no era mucho consuelo para Joe Terrio, que continu su silenciosa vigilia junto a la cama de su mujer.

    Abby encontr a Vivian Chao desnudndose en el vestuario del quirfano. sta acababa de salir de una operacin de urgencias de cuatro horas de duracin y, sin embargo, la bata que acababa de quitarse y arrojar sobre un banco no mostraba ni una gota de sudor.

    Tenemos el consentimiento para la extraccin dijo Abby.Estn firmados los papeles?pregunt Vivian.S.Bien, pedir el estudio de linfocitos. Vivian cogi una bata limpia.

    Slo llevaba puesto el sujetador y las bragas y se le notaba cada costilla en su plano y frgil pecho. La masculinidad honoraria es un estado de la mente, no del cuerpo, pens Abby.

    Cmo estn los signos vitales? pregunt Vivian.Estacionarios.Tenemos que mantener alta la presin arterial. Hay que regar los

    riones. No todos los das se encuentra un bonito par de riones AB positivo. Vivian se puso unos pantalones de hilo y se meti la blusa por dentro. Cada movimiento que haca era preciso. Elegante.

    Vas a asistir en la extraccin? pregunt Abby.Si le asignan el corazn a mi paciente, s. La extraccin es la parte

    fcil. La cosa se pone interesante cuando se vuelven a conectar los tubos. Vivian cerr la puerta del armario y el candado. Tienes un minuto? Te presentar a Josh.

    Josh?Mi paciente de la unidad de recuperacin. Est en la Unidad de

    Cuidados Intensivos.Salieron del vestuario y recorrieron el pasillo hasta el ascensor. Vivian

    compensaba sus piernas cortas con pasos rpidos, casi bruscos.No puedes juzgar el xito de un trasplante de corazn si no has visto

    el antes y el despus dijo Vivian. Por eso voy a mostrarte el antes. Tal vez te haga las cosas ms fciles.

    Qu quieres decir?Tu paciente tiene corazn pero no tiene cerebro. Mi muchacho tiene

    cerebro pero prcticamente no tiene corazn. Las puertas del ascensor se abrieron. Una vez que logras superar la tragedia, todo tiene sentido.

    Viajaron en silencio en el ascensor.Claro que tiene sentido pens Abby. Es perfecto. Vivian lo ve con

    toda claridad. Pero parece que yo no puedo superar la imagen de dos nias pequeas de pie junto a la cama de su madre. Con miedo a tocarla...

    Vivian la condujo a la Unidad de Cuidados Intensivos. Joshua O'Day dorma en la cama 4.

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  • Ha estado durmiendo mucho estos das susurr la enfermera, una rubia de rostro dulce con el nombre Hannah Love, ATS en el uniforme.

    Cambio de medicamentos? pregunt Vivian.Creo que es depresin. Hannah sacudi la cabeza y suspir. Hace

    semanas que soy su enfermera. Desde que lo internaron. Es un muchacho increble, sabe? De verdad, encantador. Un poco inocente. Pero ltimamente no hace ms que dormir. O mirar sus trofeos. Seal un estante junto a la cama donde haba un muestrario de premios y cintas amorosamente dispuestos. Una de las cintas era del tercer grado..., una mencin de honor para un boy scout en las carreras de Pinewood. Abby conoca las carreras de Pinewood. Al igual que Joshua O'Day, su hermano tambin haba sido boy scout

    Abby se acerc a la cama. El chico pareca mucho ms joven de lo que ella haba esperado. Diecisiete aos, segn la fecha de nacimiento escrita en la hoja de Hannah Love. Podra pasar por catorce. Un bosque de tubos de plstico rodeaba la cama: cnulas de intravenosas, arteriales y de Swan-Ganz. Esta ltima se utilizaba para controlar la presin en la aurcula derecha y en la arteria pulmonar. En la pantalla, Abby ley la presin arterial derecha. Alta. El corazn del muchacho estaba demasiado dbil para bombear la sangre con eficacia, por lo que sta se acumulaba en el sistema venoso. Incluso sin mirar el monitor, habra llegado a esa misma conclusin slo viendo cmo le sobresalan las venas del cuello.

    Ests mirando a la estrella de bisbol del Instituto de Redding de hace dos aos dijo Vivian. Yo no entiendo el juego, de modo que no puedo juzgar su actuacin. Pero el padre parece muy orgulloso de l.

    Ah!, el padre est muy orgulloso dijo Hannah. Vino el otro da con una pelota y un guante. Tuve que echarlo por las malas: se pusieron a jugar. Hannah ri. El padre est tan loco como el hijo!

    Cunto hace que est enfermo?pregunt Abby.Hace un ao que no va a la escuela contest Vivian. El virus lo

    atac har unos dos aos. Se trata del virus Coxsackie B. A los seis meses tuvo un paro cardaco congestivo. Ya hace un mes que est en Cuidados Intensivos esperando un corazn. Vivian se interrumpi y sonri. No es cierto, Josh?

    El muchacho haba abierto los ojos. Pareca estar mirndolas como a travs de unas cortinas de gasa. Parpade unas cuantas veces y luego le sonri a Vivian.

    Hola, doctora Chao.Veo nuevas condecoraciones dijo Vivian.Ah, sas? Josh volvi los ojos. No s de dnde las saca mi

    madre. Lo guarda todo, sabe? Tiene hasta una bolsita de nailon con todos mis dientes de leche. A m me parece asqueroso.

    Josh, he trado a alguien que quiere conocerte. Te presento a la doctora DiMatteo, una de nuestras residentes de ciruga.

    Hola, Josh dijo Abby.Al parecer, el muchacho necesit un momento para volver a centrar la

    mirada. No dijo nada.No te importa que la doctora DiMatteo te reconozca? pregunt

    Vivian.Para qu?

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  • Cuando tengas un corazn nuevo vas a ser como ese loco Correcaminos de la televisin. No vamos a poder atarte para examinarte.

    Josh sonri.Abby se aproxim a la cama. Josh ya se haba levantado el camisn,

    dejando el pecho al descubierto. Era blanco y lampio, no el pecho de un adolescente sino el de un nio. Ella apoy la mano sobre el corazn y lo sinti aleteando como las alas de un pjaro contra la crcel de las costillas. Apoy el estetoscopio y escuch los latidos, consciente siempre de la mirada del muchacho, alerta y desconfiada. Haba visto aquella mirada en nios que han estado mucho tiempo en salas peditricas, nios que han aprendido que cada nuevo par de manos trae consigo una nueva variedad de dolor. Cuando por fin se incorpor y se guard el estetoscopio en el bolsillo, vio la mirada de alivio en el rostro del muchacho.

    Ya est?pregunt l.Ya est. Abby le alis el camisn. Cul es tu equipo predilecto,

    Josh?Y cul va a ser?Aj! Los Red Sox.Mi padre me ha grabado todos los partidos. Antes bamos al campo.

    Cuando vuelva a casa, voy a ver todas las grabaciones. Tres das de bisbol sin parar... Respir hondo, aire con oxgeno, y mir al techo. Despus, dijo suavemente: Quiero irme a mi casa, doctora Chao.

    Lo s contest Vivian.Quiero volver a ver mi cuarto. Lo echo de menos. Trag saliva,

    pero no pudo contener las lgrimas. Slo quiero verlo. Eso es todo. Volver a ver mi habitacin.

    Entonces Hannah se acerc, lo abraz y lo acun entre sus brazos. l luchaba por no llorar, con los puos apretados y la cara escondida entre los cabellos de ella.

    Est bien murmuraba Hannah. Llora, pequeo, llora. Estoy contigo. Me voy a quedar a tu lado, Josh. Todo el tiempo que t quieras. Todo est bien. La mirada de Hannah se encontr con la de Abby por encima del hombro del muchacho. Las lgrimas en las mejillas de la enfermera no eran de Josh sino de ella.

    En silencio, Abby y Vivian salieron de la habitacin.En la sala de enfermeras de la LTCI, Abby observ a Vivian firmar por

    duplicado la orden para el estudio comparativo de linfocitos entre la sangre de Josh O'Day y la de Karen Terrio.

    Cundo se podr someter a Josh a la operacin? pregunt Abby.Podramos estar listos para trabajar maana por la maana. Cuanto

    antes, mejor. El chico tuvo cuatro episodios de taquicardia ventricular ayer. Con un ritmo cardaco tan inestable, no le queda mucho tiempo. Vivian se volvi y se qued frente a Abby. De verdad, me gustara que ese muchacho pudiera ver otro partido de los Red Sox. A ti no?

    La expresin de Vivian era tan serena y oscura como siempre. Poda ser suave como el terciopelo por dentro, pens Abby, pero Vivian jams lo dejara entrever.

    Doctora Chao? dijo la secretaria de la sala.S?Acabo de llamar a la UCIC para ese estudio comparativo. Dicen que

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  • ya estn haciendo el de Karen Terrio.Estupendo. Por primera vez vamos bien.Pero, doctora, el estudio no se hace con la sangre de Josh O'Day.Vivian se volvi en redondo y mir a la secretaria.Qu?La UCIC dice que lo estn haciendo con la sangre de otra persona.

    Una paciente privada llamada Nina Voss.Pero Josh es un caso crtico! Es el primero de la lista.Lo nico que dijeron es que el corazn est asignado a esa otra

    paciente.Vivian se puso de pie de un salto. De tres zancadas lleg junto al

    telfono y marc un nmero. Un momento despus, Abby la oa decir:Soy la doctora Chao. Quiero saber quin orden que se hiciera un

    anlisis comparativo de linfocitos a Karen Terrio. Escuch. Luego, frunciendo el entrecejo, colg.

    Te han dicho quin ha sido? pregunt Abby.S.Quin?Mark Hodell.

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  • Captulo 4

    Abby y Mark haban reservado mesa aquella noche en el Casablanca, un restaurante situado en la esquina ms cercana a su casa de Cambridge. Aunque iba a ser una celebracin para conmemorar los seis meses que llevaban viviendo juntos, en la mesa haba cualquier cosa menos alegra.

    Lo nico que quiero saber deca Abby es quin demonios es NinaVoss.

    Ya te lo he dicho, no lo s contest Mark. Ahora, podemos cambiar de tema?

    El muchacho es un caso crtico. Entra en crisis prcticamente dos veces al da. Hace un ao que est en la lista de espera. Ahora, por fin, aparece un corazn AB positivo, y vosotros pasis por encima del sistema de registro y le dais el corazn a una paciente privada que sigue viviendo en su casa.

    No se lo estamos dando, eh? Fue una decisin clnica.De quin fue la decisin?De Aaron Levi. Me ha llamado esta tarde y me ha dicho que maana

    ingresara Nina Voss. Me ha pedido que ordenara los anlisis de control sobre la donante.

    Eso ha sido todo?En resumen, s. Mark cogi la botella de vino y volvi a llenar su

    copa, derramando borgoa sobre el mantel. Y ahora, podemos cambiar de tema?

    Ella lo observ mientras se beba el vino. No la miraba; evitaba su mirada.

    Quin es esa paciente? pregunt. Cuntos aos tiene?No quiero hablar de eso.T eres quien la va a operar. Tienes que saber qu edad tiene.Cuarenta y seis.Es de fuera del estado?De Boston.He odo decir que vena de Rhode Island. Eso me dijeron las

    enfermeras.Ella y el marido viven en Newport durante el verano.Quin es el marido?Un tipo llamado Victor Voss. Eso es todo lo que s de l, el nombre.Ella hizo una pausa.Cmo hizo su dinero Victor Voss?He mencionado yo el dinero?Con